Teoría del Mundo Justo
Vivimos en una época paradójica. Las redes sociales nos enfrentan diariamente a injusticias, violencias y desigualdades. Sin embargo, una reacción bastante frecuente —y llamativamente naturalizada— es culpar, desacreditar o minimizar a las personas que han sido vulneradas. Esta tendencia, lejos de ser simplemente “maldad” o “ignorancia”, encuentra una poderosa explicación psicológica en lo que se conoce como la Teoría del Mundo Justo.
¿Qué es la Teoría del Mundo Justo?
La Teoría del Mundo Justo fue propuesta por Melvin J. Lerner en los años 60. Su punto de partida es simple, pero profundamente revelador: los seres humanos necesitamos creer que vivimos en un mundo justo, donde cada quien recibe lo que merece.
Esta creencia funciona como una heurística cognitiva o atajo mental que da sentido a lo que nos rodea. Es una forma de mantener una sensación de orden, seguridad y previsibilidad en la vida cotidiana. Si creemos que el mundo es justo, entonces podemos pensar que “si hago las cosas bien, me irá bien”, y que “si alguien sufre, debe haber hecho algo para merecerlo”.
¿Por qué esta teoría es problemática?
El problema surge cuando esta necesidad de justicia psicológica choca con la realidad de la injusticia social.
Cuando observamos una situación de violencia —como una víctima de abuso, discriminación o pobreza estructural—, nuestro esquema mental se ve amenazado. Si esa persona no hizo nada para merecerlo, entonces el mundo no es justo. Y eso es profundamente perturbador para nuestra mente.
Para reducir esta disonancia, muchas personas recurren (consciente o inconscientemente) a culpar a la víctima:
“Seguro hizo algo para que le pase”
“¿Y qué hacía sola a esa hora?”
“Algo habrá hecho”
Así, se “restaura” la percepción de justicia: si la víctima algo hizo, entonces todo sigue teniendo sentido. Este mecanismo es lo que Lerner llamó ilusión de justicia.
Redes sociales: el nuevo tribunal del mundo justo
En el siglo XXI, las redes sociales se han convertido en el gran escenario donde esta teoría se despliega a gran escala. En plataformas como Twitter (X), Instagram o TikTok, el juicio moral es inmediato, amplificado y muchas veces despiadado.
¿Por qué se da esto?
1. Exposición masiva a la injusticia
Las redes nos confrontan con historias de violencia, exclusión y abuso todos los días. La sobreexposición puede llevar a dos caminos:
Empatía activa y movilización (menos frecuente)
Defensa psíquica: negación, minimización, culpabilización de la víctima (más frecuente)
2. Reacciones automáticas y simplistas
Las plataformas están diseñadas para respuestas rápidas: un like, un comentario, una reacción. No hay espacio para el análisis complejo de las condiciones estructurales. Por eso, frente a la incomodidad de la injusticia, mucha gente recurre a narrativas simplistas que apuntan a que la persona “algo hizo mal”.
3. Efecto espectador + validación social
Si una víctima es masivamente culpabilizada, quienes dudan en hacerlo encuentran un «refuerzo social»: “Si todos lo dicen, debe ser verdad”. El fenómeno se convierte en una espiral que revictimiza aún más a quien ya fue dañado.
Otros aportes teóricos que complementan esta lectura
✴️ Cognición social y atribuciones causales
Desde la psicología social, se sabe que las personas tendemos a hacer atribuciones disposicionales más que situacionales. Es decir, preferimos pensar que lo que le pasa a alguien se debe a su carácter, decisiones o personalidad (atribución interna), en lugar de pensar que fue producto de factores contextuales o estructurales (atribución externa).
Ejemplo:
En vez de decir “esta persona fue víctima de una cultura machista y un sistema judicial ineficaz”, decimos “seguro lo provocó”.
✴️ Ideología meritocrática y neoliberalismo moral
En contextos sociopolíticos atravesados por la lógica meritocrática (“cada uno tiene lo que se merece”), se refuerza aún más la lógica del mundo justo. Así, el pobre “es vago”, la mujer golpeada “no se va porque no quiere”, y el migrante “vino a sacarte tu trabajo”.
Lo trágico es que estas ideas no solo son compartidas por sectores privilegiados, sino también por los propios sectores vulnerados, debido a la interiorización de la ideología dominante.
🧩 ¿Cómo desactivar el sesgo del mundo justo?
La solución no es sencilla, pero pasa por varios ejes clave:
Psicoeducación: enseñar que el mundo no es justo, y que muchas veces la gente sufre sin haberlo provocado.
Crítica cultural: visibilizar cómo los medios y redes reproducen este sesgo.
Fomentar el pensamiento complejo: promover miradas estructurales sobre la violencia y la desigualdad.
Practicar la empatía reflexiva: ponerse en el lugar de la víctima, sin caer en el juicio automático.
🔚 Conclusión
La Teoría del Mundo Justo nos ayuda a entender por qué muchas personas, incluso bienintencionadas, terminan reaccionando con frialdad o sospecha frente a quien ha sufrido. Nos muestra cómo la mente humana, en su necesidad de orden, puede llegar a sostener discursos y prácticas profundamente injustas.
En una era hiperconectada donde las víctimas hablan, pero también son silenciadas por la violencia simbólica de los comentarios, es urgente revisar este sesgo.
👉 Creerle a la víctima no es ingenuidad: es romper con una ilusión que solo beneficia al status quo.